Ayer vinieron a casa Cristian y Bárbara, rosarinos de nacimiento y ciudadanos del mundo como yo.
Hicimos un asado, ver el asador clavado en nuestro huerto con el Bendito clavado en el hierro me llevo a rememorar aquellos años en mi casa de infancia. Hacia unos veintiocho años que no notaba el calor que desprende el fuego cuando es responsable de asar, calor impregnado de olor a carne asada, el humo que apenas desprendía usaba un vocabulario sencillo y ameno de leer, subía casi en forma de aliento, como si de una alabanza se tratara, por unos segundos me uní a el, agradeciendo a la vida ese momento. Carlos mi marido, zaragozano de nacimiento y también ciudadano del mundo, recibía de las manos de Bárbara un espumoso mate otra imagen perfecta para ayudar a mi alma a recomponer un poco aquel tinglado de emociones que sobre mi pesan en silencio.
Ayer fue un día para recordar…ayer fue un día para agradecer.
Gabriela.
Hicimos un asado, ver el asador clavado en nuestro huerto con el Bendito clavado en el hierro me llevo a rememorar aquellos años en mi casa de infancia. Hacia unos veintiocho años que no notaba el calor que desprende el fuego cuando es responsable de asar, calor impregnado de olor a carne asada, el humo que apenas desprendía usaba un vocabulario sencillo y ameno de leer, subía casi en forma de aliento, como si de una alabanza se tratara, por unos segundos me uní a el, agradeciendo a la vida ese momento. Carlos mi marido, zaragozano de nacimiento y también ciudadano del mundo, recibía de las manos de Bárbara un espumoso mate otra imagen perfecta para ayudar a mi alma a recomponer un poco aquel tinglado de emociones que sobre mi pesan en silencio.
Ayer fue un día para recordar…ayer fue un día para agradecer.
Gabriela.